miércoles, 1 de agosto de 2012

JESÚS MIO....DIOS MIO


¿Es Jesús Dios?

¿Alguna vez has conocido a alguien con tal magnetismo personal que ellos son siempre el centro de atención? Quizás sea su personalidad o su inteligencia –pero algo acerca de ellos es enigmático. Bueno, esa es la manera en que fue hace dos mil años con Jesu Cristo. Pero, mientras muchos personajes grandes sencillamente se pierden en los libros históricos, Jesús de Nazaret sigue siendo el enfoque de múltiples libros y controversias en los medios de comunicación.

Pero lo que hace a Jesús relevante aún hoy en el siglo 21 es la convicción de sus seguidores de que resucitó de la muerte y las afirmaciones sorprendentes que él hizo acerca de si mismo. Como un impredecible carpintero de un pequeño pueblo en Galilea de Israel, Jesús hizo afirmaciones que, si son ciertas, tienen implicaciones profundas en nuestras vidas. Según Jesús, usted y yo somos especiales, parte de un gran plan cósmico.
Principalmente fueron las escandalosas afirmaciones de Jesús que le causaron ser visto como una persona excéntrica tanto por las autoridades romanas como por la jerarquía judía. Si bien él era un forastero sin credenciales o base de poder político, dentro de tres años, Jesús cambió el mundo para los siguientes 20 siglos. Otros líderes morales y religiosos han dejado un impacto – pero nada como ese desconocido carpintero de Nazaret.
¿Qué era lo que en Jesucristo hizo la diferencia? ¿Era él meramente un gran hombre, o algo más?
Estas preguntas llegan al corazón de quien fue Jesús realmente. Algunos creen que él era meramente un gran maestro moral; otros creen que él era simplemente el líder de la más grande religión del mundo. Pero muchos creen algo más grande. Los cristianos creen que Dios de hecho nos ha visitado en forma humana. Y ellos creen en la evidencia que lo respalda. Entonces, ¿quién es el verdadero Jesús? Echemos un vistazo más de cerca.
Así como nosotros tomamos un vistazo más profundo a la persona más controversial del mundo, empezamos preguntándonos: ¿Jesús podría haber sido meramente un gran maestro moral?

¿Milagros? ¿Dónde que no los veo? El día en que reconozcas a Dios en todas las pequeñas cosas que te ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros. Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net La vida es un milagro, tú eres un milagro; sin embargo, no contentos y convencidos de ello, estamos pidiendo más y más. Realmente no hay peor ciego que el que no quiera ver, abre los ojos de tu corazón y deja de pedirle a Dios más pruebas. El estupor y la admiración deben de acompañarnos paso a paso, solo así verás la mano de Dios que no deja de soplar sobre ti, en ese soplo de amor está el milagro que es tu vida. Tres personas iban caminando por la vereda de un bosque: un sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrás de ellos y escuchando la conversación, iba un joven estudiante que era alumno del sabio. Terrateniente: -"Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa, inclusive, que puedes hacer milagros". Sabio: -"La verdad, soy una persona vieja y cansada, ¿cómo crees que yo podría hacer milagros?" Terrateniente: -"Pero me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos, esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso". Sabio: -"¿Te referías a eso?, tú lo has dicho, esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso, no un viejo como yo; esos milagros los hace Dios, yo solo pido que se conceda un favor para el enfermo o para el ciego, y todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo". Terrateniente: -"Yo quiero tener la misma fe para poder realizar los mismos milagros que tú haces, muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios". Sabio: -"A ver, esta mañana, ¿volvió a salir el sol?" Terrateniente: -"¡Sí, claro que sí..!" Sabio: -"Pues ahí tienes un milagro, el milagro de la luz". Terrateniente: -"¡No!, eso no, lo que yo quiero ver es un verdadero milagro, oculta el sol, saca agua de una piedra, es más, mira, ahí hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas". Sabio: -"¿Quieres un verdadero milagro?,¿no es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?" Terrateniente: -"¡Sí!, fue varón y es mi primogénito". Sabio: -"Pues ahí tienes un segundo milagro, el milagro de la vida". Terrateniente: -"Sabio, tú no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro". Sabio: -"¿Acaso no estamos en época de cosecha, no hay trigo y sorgo donde solo hace unos meses nada más había tierra?" Terrateniente: -"Sí, igual que todos los años". Sabio: -"Pues ahí tienes un tercer milagro". Terrateniente: -"Creo que no me he explicado lo que quiero" Sabio: -"Te has explicado bien, solo que yo ya hice lo que podía hacer por ti; si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que podía hacer". Y dicho esto, el poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba, y entonces el sabio y el alumno se quedaron parados en la vereda. Cuando el poderoso terrateniente iba ya tan lejos como para no ver lo que hacían el sabio y el alumno, el sabio se dirigió hacia la orilla de la vereda, tomó el conejo herido, sopló sobre él y entonces sus heridas quedaron curadas. El joven estaba algo desconcertado. Joven: - "Maestro, te he visto hacer milagros como este casi todos los días, ¿por qué te negaste a mostrarle uno al terrateniente?, ¿por qué lo haces ahora que él no puede verlo?". Sabio: -"Lo que él buscaba no era un milagro, sino un espectáculo, mostré 3 verdaderos milagros y no pudo verlos. Para ser rey, primero hay que ser príncipe; para ser maestro, primero hay que ser alumno; así que no puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a ver y, sobre todo, a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día. El día en que reconozcas a Dios en todas las pequeñas cosas que te ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Él te da todos los días, sin que tú se los hayas pedido". Cuando estés o te sientas en problemas, pídele a Dios la cordura para pensar claramente; la paciencia necesaria para mantenerte tranquilo y actuar bien; la fortaleza necesaria para afrontar los retos; y la fe suficiente para seguirlo amando sin importar lo que pase. Pídele esos milagros. • Preguntas o comentarios al autor P. Dennis Doren LC


¿Milagros? ¿Dónde que no los veo?
El día en que reconozcas a Dios en todas las pequeñas cosas que te ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros.
Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net

La vida es un milagro, tú eres un milagro; sin embargo, no contentos y convencidos de ello, estamos pidiendo más y más. Realmente no hay peor ciego que el que no quiera ver, abre los ojos de tu corazón y deja de pedirle a Dios más pruebas. El estupor y la admiración deben de acompañarnos paso a paso, solo así verás la mano de Dios que no deja de soplar sobre ti, en ese soplo de amor está el milagro que es tu vida.

Tres personas iban caminando por la vereda de un bosque: un sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrás de ellos y escuchando la conversación, iba un joven estudiante que era alumno del sabio.

Terrateniente: -"Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa, inclusive, que puedes hacer milagros".

Sabio: -"La verdad, soy una persona vieja y cansada, ¿cómo crees que yo podría hacer milagros?"

Terrateniente: -"Pero me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos, esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso".

Sabio: -"¿Te referías a eso?, tú lo has dicho, esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso, no un viejo como yo; esos milagros los hace Dios, yo solo pido que se conceda un favor para el enfermo o para el ciego, y todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo".

Terrateniente: -"Yo quiero tener la misma fe para poder realizar los mismos milagros que tú haces, muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios".

Sabio: -"A ver, esta mañana, ¿volvió a salir el sol?"

Terrateniente: -"¡Sí, claro que sí..!"

Sabio: -"Pues ahí tienes un milagro, el milagro de la luz".

Terrateniente: -"¡No!, eso no, lo que yo quiero ver es un verdadero milagro, oculta el sol, saca agua de una piedra, es más, mira, ahí hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas".

Sabio: -"¿Quieres un verdadero milagro?,¿no es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?"

Terrateniente: -"¡Sí!, fue varón y es mi primogénito".

Sabio: -"Pues ahí tienes un segundo milagro, el milagro de la vida".

Terrateniente: -"Sabio, tú no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro".

Sabio: -"¿Acaso no estamos en época de cosecha, no hay trigo y sorgo donde solo hace unos meses nada más había tierra?"

Terrateniente: -"Sí, igual que todos los años".

Sabio: -"Pues ahí tienes un tercer milagro".

Terrateniente: -"Creo que no me he explicado lo que quiero"

Sabio: -"Te has explicado bien, solo que yo ya hice lo que podía hacer por ti; si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que podía hacer".

Y dicho esto, el poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba, y entonces el sabio y el alumno se quedaron parados en la vereda. Cuando el poderoso terrateniente iba ya tan lejos como para no ver lo que hacían el sabio y el alumno, el sabio se dirigió hacia la orilla de la vereda, tomó el conejo herido, sopló sobre él y entonces sus heridas quedaron curadas.

El joven estaba algo desconcertado.

Joven: - "Maestro, te he visto hacer milagros como este casi todos los días, ¿por qué te negaste a mostrarle uno al terrateniente?, ¿por qué lo haces ahora que él no puede verlo?".

Sabio: -"Lo que él buscaba no era un milagro, sino un espectáculo, mostré 3 verdaderos milagros y no pudo verlos. Para ser rey, primero hay que ser príncipe; para ser maestro, primero hay que ser alumno; así que no puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a ver y, sobre todo, a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día. El día en que reconozcas a Dios en todas las pequeñas cosas que te ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Él te da todos los días, sin que tú se los hayas pedido".

Cuando estés o te sientas en problemas, pídele a Dios la cordura para pensar claramente; la paciencia necesaria para mantenerte tranquilo y actuar bien; la fortaleza necesaria para afrontar los retos; y la fe suficiente para seguirlo amando sin importar lo que pase. Pídele esos milagros.

  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Dennis Doren LC

    No hay casa ni puerta que a veces no quede abierta


    Me llamo Edgar y siempre me he considerado un hombre afortunado. De mi matrimonio he tenido la fortuna de tener tres hijos que son la alegría y el regocijo de la casa. El más grande, Germán, de 17 años es todo un hombre a pesar de su corta edad. Responsable a carta cabal, alegre, dinámico, líder en sus grupos, y para completar el verso, bien parecido, muy masculino. Las chamaquitas no cesaban de llamar por teléfono. Pero un día, salió de campamento con sus compañeros de grupo y allá se sintió enfermo. Sus compañeros creyeron que era algo pasajero, dada su fuerte condición física y su juventud, pero bruscamente comenzó con un fuerte dolor de cabeza, rigidez de la nuca, pronto le llegó la fiebre y nauseas, y vómito que no le paraba. Me lo trajeron prácticamente inconciente. Así ingresó al hospital. No reaccionaba. Nosotros estábamos inconsolables, no podíamos soportar que el mejor de nuestros hijos de pronto se viera apartado de nuestro lado. Y mi rabia llegó al culmen cuando el doctor pretendió que firmara por la donación de órganos de mi hijo en caso de que falleciera. Me pareció monstruoso lo que el doctor me proponía, y lleno de coraje me dirigí a la iglesia más cercana, porque yo quería gritarle a Dios su ingratitud y decirle que si no le dolía ver a esta familia destrozada.

    Cuando llegué, proclamaban algo que aún en ese momento me pareció absurdo. Hablaban de Abraham, que en su ancianidad y teniendo a su único hijo como sostén, Dios se lo pedía en sacrificio. Eso era insoportable. ¿Qué Dios no fue nunca papá? ¿Qué no sabrá lo que significa ver a un hijo a punto de morir? En eso estaba cuando oí también del viaje de Cristo a una montaña donde quería mostrar a sus apóstoles cómo se las gastaba, transfigurándose delante de sus discípulos, de una manera desacostumbrada en él. Parece que en ese momento aparecieron dos personajes misteriosos muertos siglos antes, y hablaban con Jesús precisamente de su pasión, de su cruz y de su muerte. ¡Bonita conversación! pensé yo. ¿Qué no habría otra cosa más interesante de la que pudieran platicar? Y más asombro me causó escuchar que en ese momento una nube envolvió a Cristo y a sus misteriosos personajes, escuchándose una voz desde lo alto: “Este es mi Hijo amado, Escúchenlo” y todavía alcancé a escuchar que Cristo le pidió a sus apóstoles que no contaran su visión hasta que él resucitara de entre los muertos.

    Esto motivó en mí una profunda reflexión. Yo iba con la idea de mentarle la madre a Dios si hubiera necesidad, pero entendí en ese momento que también Jesús había padecido, y medité entonces que el Buen Padre Dios estaría apenado y acongojado cuando le mataron a su Hijo. Y él sólo tenía uno. Comprendí el dolor que lo embargaría, pero comprendí el sacrificio de Cristo por todos los hombres. Comprendí entonces que el Buen Padre Dios sí entendía mi dolor. Regresé al hospital y casi con amor firmé el documento con el que accedía a donar los órganos de mi hijo, pues entendí que era una donación que beneficiaría a varias gentes y que de alguna manera prolongaría la vida de mi hijo.

    Cuando parecía que todo estaba perdido, mis otros dos hijos pidieron permiso para cantarle al oído, acompañados de la guitarra de Germán, un canto que a mi hijo le gustaba cantar en todas las ocasiones en que estábamos juntos: “Nadie te ama como yo”. Todos llorábamos de emoción y aquél canto se convirtió en una oración. Para sorpresa de todos, con el canto, Germán comenzó a dar señales de vida, y cuando el canto terminaba, Germán abrió los ojos por primera vez, con lágrimas que se sentía que venían de muy adentro, lágrimas de agradecimiento por el don de la vida. Él se recuperó casi en su totalidad, y ahora participa además en las actividades de nuestra parroquia. Así es de bueno el Señor con nosotros.

    Tu amigo el Padre Alberto Ramírez Mozqueda

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    RECOMENDACIONES PARA LEER LA BIBLIA


    ZENIT publica la guía para la lectura de la Biblia que ha publicado Mary Elizabeth Sperry, directora asociada para el uso de la New American Bible en la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB).
    La Biblia es para los católicos
    La Biblia nos rodea. La gente oye las lecturas de la Sagrada Escritura en la iglesia. Tenemos leyes que toman su nombre de la historia del "buen samaritano" (Lucas 10), damos la bienvenida a casa al "hijo pródigo" (Lucas 15) y buscamos la "Tierra Prometida"  (Éxodo 3, Hebreos 11). Algunos pasajes bíblicos se han convertido en refranes y expresiones populares, tales como "Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos" (Mateo 7, 12), "No robarás" (Éxodo 20, 15), "Amad a vuestros enemigos" (Mateo 22, 39).
    El católico de hoy está llamado a una lectura inteligente y espiritual de la Biblia.
    A continuación se ofrecen diez sugerencias para una lectura fructífera de la Sagrada Escritura.
    Leer la Biblia sí es para los católicos. La Iglesia alienta a los católicos a que hagan la lectura de la Biblia parte de su vida diaria de oración. Al leer estas palabras inspiradas, las personas profundizan en su relación con Dios y llegan a entender su lugar en la comunidad de aquellos que Dios ha llamado para sí.
    Orar al principio y al final. Leer la Biblia no es como leer una novela o un libro de historia. Deberíamos comenzar con una oración pidiendo al Espíritu Santo que abra nuestro corazón y nuestra mente a la Palabra de Dios. La lectura de la Sagrada Escritura debería terminar también con una oración para que esta Palabra dé fruto en nuestra vida, ayudándonos a ser personas más santas y más fieles.
    ¡Entérese de toda la historia!  Al escoger una Biblia, busque una edición católica. La edición católica incluye la lista completa de los libros que la Iglesia considera sagrados, así como introducciones y notas para comprender el texto. La edición católica incluye una nota de imprimatur en el reverso de la página del título. El imprimatur indica que el libro está libre de errores doctrinales según la enseñanza católica.
    La Biblia no es un libro; es una biblioteca. La Biblia es una colección de 73 libros escritos en el curso de muchos siglos. Los libros incluyen historia de los reyes, profecías, poesía, cartas que retan a nuevas comunidades de creyentes en dificultades, y relatos de la predicación y la pasión de Jesús transmitida por parte de los creyentes. El conocimiento del género literario del libro que se está leyendo le ayudará a entender las herramientas literarias que usa el autor y el significado que éste trata de transmitir.
    Sepa qué es la Biblia -y también lo que no es. La Biblia es el relato de la relación de Dios con el pueblo que Él ha escogido para sí. No está escrita para ser leída como un libro de historia, ni de ciencia, ni como un manifiesto político. En la Biblia, Dios nos enseña aquellas verdades que necesitamos para el bien de nuestra salvación.
    La suma es mayor que las partes. Lea la Biblia en su contexto. Lo que sucede antes y después-incluso en otros libros-nos ayuda a entender el verdadero significado del texto.
    Lo antiguo tiene relación con lo nuevo. El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se iluminan el uno al otro. Aunque leamos el Antiguo Testamento a la luz de la muerte y resurrección de Cristo, éste tiene también su valor propio. Juntos, estos testamentos nos ayudan a entender el plan de Dios para la humanidad.
    No están leyendo solos. Al leer y reflexionar sobre la Sagrada Escritura, los católicos se unen a aquellos hombres y mujeres fieles que han tomado en serio la Palabra de Dios y la han puesto en práctica en su vida. Leemos la Biblia en la tradición de la Iglesia para beneficiarnos de la santidad y sabiduría de todos los fieles..
    ¿Qué me está diciendo Dios? La Biblia no se dirige sólo a gente que murió hace mucho tiempo en un lugar lejano. También se dirige a cada uno de nosotros en sus propias circunstancias. Cuando leemos, debemos entender lo que dice el texto y cómo han entendido los fieles su significado en el pasado. A la luz de este entendimiento, entonces nos preguntamos: ¿qué me dice Dios a mí?
    Leer no es suficiente. Si la Sagrada Escritura se queda sólo en palabras en una página, nuestra tarea no ha terminado. Necesitamos meditar sobre el mensaje y ponerlo en práctica en nuestra vida. Sólo entonces puede la palabra ser "viva y eficaz" (Hebreos 4:12).

    jueves, 26 de julio de 2012

    SOBRE LA SAGRADA FAMILIA

    Fiesta de la Sagrada Familia

    28 de Diciembre


    Fiesta de la Sagrada Familia
    En medio de una fuerte crisis en torno a la integridad de la familia, Dios Amor nos brinda nuevamente el modelo pleno de amor familiar al presentarnos a Jesús, María y José. La Sagrada Familia nos habla de todo aquello que cada familia anhela auténtica y profundamente, puesto que desde la intensa comunión hay una total entrega amorosa por parte de cada miembro de la familia santa elevando cada acto generoso hacia Dios, como el aroma del incienso, para darle gloria. Por ello, a la luz de la Sagrada Escritura, veamos algunos rasgos importantes de San José, Santa María y el Niño Jesús. San José Es el jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda, muchas veces sin comprender el por qué de lo que Dios le pide, pero teniendo fe y confianza en Él. "Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa". (Mt 1, 24-25) Cuando se entera que María estaba embarazada piensa en abandonarla porque la quería mucho y no deseaba denunciarla públicamente (como era la costumbre de la época), pero el Ángel de Dios se le apareció en sueños y le dijo que lo que había sido engendrado en el vientre de María era obra del Espíritu Santo y que no temiera en recibirla. "Ella dió a luz un hijo,y él le puso el nombre de Jesús" (Mt 1, 25) Cuando nace el niño, él le pone el nombre de Jesús, como el Ángel le había dicho. Luego, cuando Herodes tenía intenciones de matar al Niño Jesús y ante otro aviso del Ángel del Señor, José toma a su familia y marcha hacia Egipto. Por último, con la muerte de Herodes y ante un nuevo aviso del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en Nazaret. San José, Casto Esposo de Santa María, acoge a Jesús en su corazón paternal, educándolo, cuidándolo, amándolo como si fuere hijo suyo. El Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre estas, el oficio de carpintero. La Santísima Virgen María Desde el momento de la Anunciación, María es el modelo de entrega a Dios. "He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1, 38) En la Anunciación, María responde con un Sí rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios. En Santa María vemos una continua vivencia de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal. "Su madre conservaba estas cosas en su corazón" (Lc 2, 52) Ella fue vislumbrando lentamente el misterio trascendente de la vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él. El niño Jesús Desde chico, Jesús demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo que su Padre le manda. "Vivía sujeto a ellos" (Lc 2, 51) Como niño, Él obedecía a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre junto a ellos. María y José fueron sus primeros educadores. "El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la Gracia de Dios estaba con Él" (Lc 2, 40) Jesús aprende el oficio de carpintero de su padre adoptivo José. "¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc 2, 49) Cuando Jesús se queda en el Templo, a los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está mal. No es así, Jesús demuestra en este hecho su plena independencia con respecto a todo vínculo humano cuando está de por medio el Plan de su Padre y la Misión que Él le ha encomendado. Oración por la Familia Dios, de quien proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra: Padre, que eres amor y vida, haz que cada familia humana que habita en nuestro suelo, sea, por medio de tu Hijo Jesucristo,"nacido de mujer" y mediante el Espíritu Santo, fuente de Caridad Divina, un verdadero santuario de vida y amor para las nuevas generaciones. Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los cónyuges, para bien propio y de todas las familias del mundo. Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte sostén humano, para que crezcan en la verdad y el amor. Haz que el amor, reforzado por la gracia del Sacramento del Matrimonio, se manifieste más fuerte que cualquier debilidad o crisis que puedan padecer nuestras familias. Te pedimos por intermedio de la Familia de Nazaret, que la Iglesia pueda cumplir una misión fecunda en nuestra familia, en medio de todas las naciones de la tierra. Por Cristo, nuestro Señor, Camino, Verdad y Vida, por los siglos de los siglos. Amén. S.S. Juan Pablo II La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad Queridos hermanos y hermanas: En este primer domingo después de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Como en el belén, la mirada de fe nos permite abrazar al mismo tiempo al Niño divino y a las personas que están con él: su Madre santísima, y José, su padre putativo. ¡Qué luz irradia este icono de grupo de la santa Navidad! Luz de misericordia y salvación para el mundo entero, luz de verdad para todo hombre para la familia humana y para cada familia. ¡Cuán hermoso es para los esposos reflejarse en la Virgen María y en su esposo José! ¡Cómo consuela a los padres especialmente si tienen un hijo pequeño! ¡Cómo ilumina a los novios que piensan en sus proyectos de vida! El hecho de reunirnos ante la cueva de Belén para contemplar en ella a la Sagrada Familia, nos permite gustar de modo especial el don de la intimidad familiar y nos impulsa a brindar calor humano y solidaridad concreta en las situaciones por desgracia numerosas en las que por varios motivos falta la paz, falta la armonía, en una palabra, falta la "familia". El mensaje que viene de la Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe: la casa de Nazaret es una casa en la que Dios ocupa verdaderamente un lugar central. Para María y José esta opción de fe se concreta en el servicio al Hijo de Dios que se le confió, pero se expresa también en su amor recíproco, rico en ternura espiritual y fidelidad. María y José enseñan con su vida que el matrimonio es una alianza entre el hombre y la mujer, alianza que los compromete a la fidelidad recíproca, y que se apoya en la confianza común en Dios. Se trata de una alianza tan noble, profunda y definitiva, que constituye para los creyentes el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia. La fidelidad de los cónyuges es, a su vez, como una roca sólida en la que se apoya la confianza de los hijos. Cuando padres e hijos respiran juntos esa atmósfera de fe, tienen una energía que les permite afrontar incluso pruebas difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada Familia. Es necesario alimentar esa atmósfera de fe. En esta perspectiva se va preparando el segundo Encuentro mundial con las familias, que tendrá lugar en Río de Janeiro los días 4 y 5 de octubre de 1997. Se tratará de una gran fiesta de las familias de América Latina y de todo el mundo que renovará el mensaje del primer Encuentro, celebrado aquí, en Roma, con ocasión del Año internacional de la familia. Encomiendo a María, "Reina de la familia", a todas las familias del mundo especialmente a las que atraviesan grandes dificultades, e invoco sobre ellas su protección materna. La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad Meditación dominical de S.S. Juan Pablo II diciembre de 1997

    miércoles, 25 de julio de 2012

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